jueves, 4 de abril de 2013

Ferreros

Nada mas relajante que pasear por las orillas del ríu de La Marea, recordando amaneceres invernales de pesca, en medio de una grandisima nevada y otros lluviosos y fríos de primavera.
Con la caña corta a chucharilla o con la vara larga de mas de cinco metros a cebo natural (merucos, guxarapes y marabayos), persiguiendo las truchas escondidas entre las corrientes del río, o a la espera detrás de las piedras entre dos aguas.
Como también queda espacio para el recuerdo de los atardeceres suaves del verano, saliendo del río mas de noche que de día, después de lanzar una y otra vez los aparejos del arte de la pluma, con unos hilos de sedal, casi invisibles y unos diminutos anzuelos hechos a mano, para engañar a las truchas que se lanzaban a por la imitación de los mosquitos, que deambulan por la superficie del río.
Recuerdos imborrables e infinitos amaneceres y atardeceres acompañado por la soledad del río, no necesitaba más.Soledad y la música del agua discurriendo río abajo.

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